martes, 2 de febrero de 2021

Un objeto, una historia

EJERCICIO DE REDACCIÓN







OBJETIVO. A partir de la contemplación del objeto seleccionado hay que escribir un texto breve en el que evoque el objeto y se relacione con el tiempo, las personas, el lugar, las circunstancias....

evocar
Del lat. evocāre.
1. tr. Recordar algo o a alguien, o traerlos a la memoria. Evocamos juntos nuestro pasado.
2. tr. Dicho de una cosa: Traer algo a la imaginación por asociación de ideas. El rojo evoca pasión.
3. tr. Llamar a un espíritu o a un muerto.

MODO DE PROCEDER

1. Se contempla el objeto y se intenta recordar de qué objeto se trata exactamente, a quién perteneció, dónde estaba, por qué forma parte de la exposición. Sus características materiales.
2. Se imagina alguna circunstancia, alguna historia en la que el objeto cobre sentido, tenga participación. Su historia.
3. Se redacta el texto en borrador.
4. Se corrige (se puede pedir ayuda al profesor) la ortografía, el vocabulario, la expresión, etc.
5. se pasa a limpio y se entrega en clase.

PARTES DEL TEXTO


  • PRIMER PÁRRAFO. Descripción e identificación del objeto. Información sobre él.
  • SEGUNDO PÁRRAFO. EVOCACIÓN. Relato (narración) en la que se imaginan las circunstancias, las personas, los lugares relacionados (libremente) con el objeto. Antes de escribir hay que pensar en qué tipo de narrador va relatar la escena: tercera persona, primera persona, segunda persona (intimidad); en la implicación de este narrador con el objeto, etc.
  • TERCER PÁRRAFO. Cierra conclusivo. Palabras finales que tratan de dar sentido, ofrecer significado al texto en su totalidad. Se puede dar la experiencia de la visita a la exposición.


NORMAS DE ENTREGA

  • Folios blancos (escritos por una sola cara)
  • Márgenes correctos
  • Título
  • Ilustración (dibujo, fotografía)
  • Texto
  • Datos del alumno
POSIBLE EJEMPLO
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CIELO CON ALAMBRE



He escogido este pequeño fragmento de alambre procedente de la alambrada electrificada de Auschwitz-Birkenau, que se conserva actualmente en el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau. El metal está oxidado y ennegrecido, como consecuencia del paso del tiempo. A pesar de ello, puede observarse que sus afiladas púas conservan todavía su poder disuasorio y su función defensiva de forma casi intemporal.

Ya no es posible imaginar el horizonte sin la alambrada que rodea todo el perímetro del campo. Es posible que algún día los niños consigan huir o escapar o, incluso, sean liberados por las tropas rusas que parece que se acercan cada vez más. Pero ya nunca podrán volver a ver el horizonte sin alambres, tantas han sido las horas que sus ojos lo han contemplado con estos alambres amenazadores y negros. En ellos se posa la nieve. A veces, después de la bellísima puesta de sol otoñal, una brizna de hierba permanece por un instante asida al frío metal de sus cuentas. Parece que se meciera al compás del viento y, entonces, antes que amenazar bailara como los mismos niños en sus juegos, cada vez más escasos. Hasta lo más sórdido puede terminar por inspirar compasión o afecto... 

Me ha llamado la atención este objeto porque se trata de algo real, que ha estado en el campo de Auschwitz. Tal vez lo han contemplado los ojos de muchos prisioneros ya desaparecidos, lo han tocado sus manos. Su sola presencia me evoca la magnitud de la barbarie cometida por seres humanos no hace tanto tiempo y en un país altamente civilizado. Pero a pesar de todo ello, algo el mismo objeto me transmitía también delicadeza, esmero, esperanza.