OCASO
Una de mis palabras favoritas del español es OCASO. Según el Diccionario de la Lengua Española (RAE), esta palabra significa “puesta del sol, o de otro astro, al trasponer el horizonte”. Su origen está, según parece, en la palabra latina occasus, que es el participio del verbo occido (“caer, declinar”).
En Astudillo (Palencia), mi pueblo, el ocaso es muy hermoso desde la ermita de Torremarte, que está en el extremo oeste del pueblo, más allá del camposanto. Desde el otero que se alza en medio de la llanura, donde está construida la antigua ermita, la puesta del sol es majestuosa. Es cierto que no hay mar en Castilla, pero en mayo la extensión de trigo y cebada, mecida apenas por el viento, se asemeja a un inmenso mar que acaba en el horizonte. Un horizonte que, desde la ermita de Torremarte, se confunde con el cielo y por el que cada día se oculta el sol, al caer la tarde. Durante el ocaso, hay una paz grande y parece como si la naturaleza toda, el campo y sus moradores, contuviera la respiración por un momento, tal vez emocionada porque declina un día más.
Ermita de Torremarte (Astudillo, Palencia) |
Me gusta la palabra OCASO. Su sonido me parece hermoso, lleno de armonía, tal vez por comenzar y acabar por la misma vocal. Pero incluso su forma gráfica me parece llena de tranquilidad, si puede calificarse así al hecho de disponer en el centro una “a” que divide la palabra comprendida entre dos “oes”. Esta palabra me recuerda muchas tardes de contemplación, de paz, de gratos recuerdos en mi querida ermita de Torremarte, “faro de Astudillo”.
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